Desde la propia experiencia

Por Mariona Sisquella

“¿Has dejado la dieta? ¿Por qué?

Ese conjunto te hace más delgada, disimula tu barriga.

Se te nota la dieta, estás más guapa.

Con ese conjunto se te marca todo, queda feo.

Si no te mueves, y no sales, no vas a adelgazar.

Has ganado peso ¿no? ¿Qué te ha pasado?

A tus hermanas se lo he hecho rebozado, pero a ti te lo hago mejor a la plancha ¿no? Está más bueno ya verás.

Te pongo poca patata y más judía.

¿Te vas a comer todo eso?

Controla tu ansiedad. Si tienes hambre, bebe agua o muévete. Si no aguantas más, cómete una zanahoria.

Vaya foca. ¿Qué haces comiendo ahora un helado?

¿Qué haces comiendo patatas fritas? ¿Sabes lo que engordan?

Si no quieres, no te lo acabes.

Qué guapa estás. Has adelgazado muchísimo. Se nota tu esfuerzo, ha merecido la pena eh.

¿Vas a comer eso? Tú misma. Luego nos quejamos…

No tiene sentido que hagas dieta si luego llega el fin de semana y nos pasamos.

Si no te caben los pantalones del año pasado, haz dieta. No querrás subir de talla.

¿Seguro que no hay mucha comida en ese plato?

Deberías empezar a hacer dieta y un poco de deporte, ahora que se está acercando el verano.

Ya verás cómo en verano habrá valido la pena pasar hambre. 

Siempre hay que quedarse con un poco de hambre.

Te he comprado un conjunto anchito, que disimula la barriga, y así irás más cómoda.

A los chicos no les gustan las chicas tan grandes.

Si cortas los carbohidratos, seguro que adelgazas muchísimo.”

Frases dirigidas a una adolescente por parte de: madre, hermanas, amigos/as, compañeros/as, anuncios, películas, programas de TV, series, redes sociales…

Tenía 13 años cuando empecé en el mundo de las dietas. No tenía ni idea de dónde me estaba metiendo. No fue hasta que cumplí los 21 donde me di cuenta de lo jodida que estaba. 

La necesidad de encajar surge desde pequeñas, aunque no seamos conscientes. Recibes todo tipo de estímulos e información constantes que poco a poco se interiorizan tanto en tu forma de pensar como  en la de actuar, relacionarte… Y se crea todo una conciencia alrededor de un concepto: el cuerpo perfecto. Es entonces en la adolescencia, cuando buscas el encajar y gustar, cuando se vuelve una obsesión. Y es que resultó tan fácil entrar en esa dinámica… Existía dentro de mí una necesidad abismal de ser deseada y aceptada, por lo que todo mi mundo giraba alrededor del hecho de encajar en el estereotipo. Pero a medida que mi cuerpo cambiaba y se alejaba más del estándar, debido a algo tan natural como crecer, me invadió la desesperación. Sentía que no encajaba a la perfección en lo que se suponía que debía ser, y notaba todo tipo de rechazos en forma de comentarios, actos, imágenes, etc. tanto subliminales como directos, por parte de todas las personas y factores que constituían mi entorno. Fue en ese momento, cuando te sientes mal contigo misma, con tu cuerpo y con tu entorno, cuando no vi otra opción, y para suprimir el dolor y el malestar de no cumplir con lo establecido, intenté corregir mi cuerpo a través de la cultura de las dietas y el ejercicio. 

Pero echando la vista atrás y analizando desde mi punto de vista actual, sé que esa no era la solución, y que lo único que hice fue agravar la situación. Se entra en un bucle en el cual nunca eres del todo feliz. No consigues gustarte. Sientes cada vez más el rechazo, pese a intentar encajar más y más. Retro-alimentas la idea de que mejorando tu aspecto físico conseguirás encajar y ser feliz. Pero nunca lo consigues y te hundes más y más. Hasta que llegas a un punto donde tocas fondo. Y es así como nacen los trastornos de conducta alimentaria. Estos pueden surgir y manifestarse de muchas formas, pero siempre debido a la presión que sentimos por culpa de la sociedad. 

La cuestión es ¿Por qué pasa esto hoy en día? No es solo una experiencia propia, sino un fenómeno global que afecta a toda la población. ¿De dónde y por qué nace este malestar para con nuestro cuerpo?

La exigencia social obliga a los cuerpos a cumplir con un estándar de belleza determinado por el sistema y el tipo de sociedad en la que se encuentra. Esta exigencia ha creado miles de consecuencias y un gran malestar que dura hasta la fecha de hoy. Las expectativas que se exigen a través de diferentes normas y estándares sociales son imposibles de alcanzar. Y el no conseguir lo que se supone que debemos ser, nos frustramos, y acabamos entrando en dinámicas que lo único que hacen es favorecer más y más al sistema, ya que recurrir a dietas y cambiar nuestro cuerpo no es la solución, si no más bien potencia el problema. 

Y ¿Cuál es el fin por el que los cuerpos deban sentir malestar? Debe haber un motivo por el cual tales estereotipos y normativas existan ¿Cuál es? 

El sistema imperante hoy en día es el Capitalista, el cual tiene como objetivo principal obtener el máximo beneficio posible en cualquier ámbito, tanto social, económico, educacional… Cuando nos relacionamos, trabajamos, nos vestimos, pensamos, actuamos, etc. lo hacemos condicionados por una serie de patrones que nos guían y moldean, estructurando la sociedad, con el fin de ser más útiles para dicho sistema. Estos son impuestos por las disciplinas de poder, como la biopolítica, ejerciendo así como herramientas de control. Y dicho control, el cual moldea y domina la sociedad, actúa desde distintos ámbitos de la vida. Uno de ellos es el mismo cuerpo. 

Por lo que el fin último de la existencia de los malestares es el de controlar a la población a través del cuerpo y su apariencia, haciéndolo dócil, manipulable, débil, y cooperante con el sistema, hoy en día capitalista. 

Entonces ¿Siempre voy a sentir ese malestar?

Ahora que se empieza a entender el por qué existe este malestar, de dónde viene y cómo actúa, podemos intentar cambiar nuestra mentalidad y los patrones de conducta que hemos mamado desde que somos niños. Cuanto más consigamos reeducar nuestra mentalidad y no sucumbir a las exigencias establecidas, más fácil se nos hará el combatir tanto los estándares de belleza como también todas aquellas normas con las que se nos pretende dominar, controlar y excluir, marcadas por el sistema para su propio beneficio y así a la larga dejar de sentir todos esos malestares, o al menos, saber como combatirlos.

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