La era digital: el retorno de la sensibilidad

Actualmente el mundo digital se ha convertido en una parte omnipresente de nuestra vida cotidiana. Desde la comunicación hasta el entretenimiento, la mayoría de nuestras actividades dependen de dispositivos digitales, pantallas y conexiones en línea. Sin embargo, estamos siendo testigos paralelamente del surgimiento de lo que algunos llaman la “era post-digital”. Es en esta nueva era, que surgen (y de manera necesaria) artistas que exploran los límites e intersecciones entre lo digital y lo matérico, al mismo tiempo que cuestionan las nociones tradicionales de arte y tecnología.

En este artículo, me gustaría presentar a Julia Schimautz, una artista destacada entre los representantes de esta “revolución creativa” contemporánea. La artista nos invita a experimentar una nueva forma de expresión a través de sus técnicas, traspasando el ámbito del video y la animación tradicionales. Sensibilidad y tacto para un público acostumbrado a las pantallas.

Al introducirnos en el mundo de Julia Schimautz,artista originaria de Austria, podemos encontrar su nicho en su estudio en Berlín, DTAN, espacio que ha acogido el mundo del diseño de impresión y la animación. Su trabajo se basa en la exploración de texturas, colores y aspectos nostálgicos inspirados en estéticas que abarcan desde los años 60 hasta los 2000. Sin embargo, el aspecto que más se destaca en su obra es la técnica risográfica que emplea en todas sus creaciones. Esta técnica de impresión, para nada contemporánea, combina elementos de la serigrafía y la impresión offset y contrasta de manera significativa con la perfección y precisión de la impresión digital a la que estamos acostumbrados. Es decir, la elección de esta técnica está enfocada en generar el equilibrio perfecto entre la producción física y la imperfección estética.

El estilo de Schimautz nace de la necesidad de crear un puente, un punto de encuentro entre el mundo analógico y digital. Su proceso creativo es fascinante e inspirador. Saltando desde ideas gráficas hasta esbozos digitales que luego termina animando en programas como After Effects y Procreate, y que, al establecer la estructura del video, el mundo digital queda en segundo plano.

El video convierte en múltiples fotogramas, y cada uno representa un fragmento de la animación que al reproducirse rápidamente en secuencia, vuelve a cobrar vida. Cada fotograma pasa a transformarse en una impresión risográfica única, de la que resaltan texturas punteadas, colores vibrantes e imperfecciones deliberadas. Estas capas son las que le dan a sus obras una sensibilidad, simplicidad y emocionalidad únicas que las vuelven hipnotizantes. 

Tenemos que considerar que el retorno a las técnicas analógicas en la era post-digital, tal como lo hace Julia Schimautz con sus animaciones risográficas, es valioso por varias razones. En primer lugar, nos ofrece una sensación táctil y una experiencia de calidad visual que no se pueden replicar en el ámbito digital. Y en segundo lugar, fomenta la creatividad y la experimentación dentro de los límites de nuevas materialidades. En un mundo digital donde las posibilidades nos parecen infinitas, volver a considerar la experimentación analógica nos puede proporcionar un nuevo marco en el cual se estimula la imaginación y que abre paso a infinitas experimentaciones. 

Es así, que la obra de Julia Schimautz y su enfoque en la animación risográfica nos recuerda la importancia de mantener vivas las técnicas analógicas en la época contemporánea. No desde el rechazo hacia la tecnología digital, sino más bien como un recordatorio de que el arte puede prosperar en múltiples contextos y en lugar de verlo como una lucha entre lo antiguo y lo nuevo, podemos apreciarlo como un diálogo en constante evolución y entre diferentes medios creativos.

Camila Tufró Rocca

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