VIERNES 13 de OCTUBRE 2023
EMMA VAZQUEZ
Me despierto agitada, la misma pesadilla que me atormenta desde hace días. Miro mi teléfono, son las 4:30 am. Me vuelvo a tumbar, pero no logro conciliar el sueño.
Me quedo despierta, mirando el techo, pensando en miles de cosas al mismo tiempo. Me siento vacía, como si en mi interior faltara algo. No consigo encontrar la alegría en nada. Me cuesta levantarme de la cama todas las mañanas, me invade una sensación de pesadez en el cuerpo que me impide moverme. Me siento atrapada en mi propio cuerpo y no logro encontrar una salida.
Recuerdos de mi niñez atraviesan mi mente, solía ser una niña feliz. Realmente tenía razones para ello, tenía amigos con los que pasar las tardes, un apoyo familiar, tenía metas, objetivos, intereses… Pero ahora todo eso ha desaparecido. Solo ha quedado ese sentimiento de vacío que ha invadido cada centímetro de mi cuerpo.
A veces me pregunto cómo llegué a este punto. Sinceramente, no puedo decir que haya habido un momento específico que lo desencadenara. Fue más bien un proceso lento pero constante. Empecé a perder interés en las cosas que antiguamente me apasionaban. Me costaba centrarme en los estudios y concentrarme en el trabajo. Me sentía débil y cansada todo el tiempo. Inconscientemente, fui alejándome de mi entorno, de mi familia y amigos hasta quedarme completamente sola. Me aislé.
Al principio pensé que simplemente estaba pasando un mal momento, era una mala racha. Pero a medida que iban pasando los días, los meses e incluso los años, ese sentimiento de tristeza constante y ese vacío no desaparecieron. Se han convertido en parte de mí, están tan presentes que soy incapaz de ignorarlos. Intenté evadirlos con cosas como el consumo de drogas o el alcohol, incluso llegué a lesionarme con tal de no sentir ese dolor que invadía mi interior y sentir mi cuerpo. Pero nada ha funcionado. Con el paso del tiempo me doy cuenta de que no voy a estar bien, necesito buscar ayuda.
