Sobre mis padres y las nanas.

Mientras investigaba el origen de las nanas para mi trabajo de final de grado, se me ocurrió preguntar a mis padres (Alfonso y Beatriz) por ellas, de donde venían las canciones que me cantaban para dormirme y si ellos habían sido dormidos con las mismas melodías… Buscar el punto en el que la nana pasa de ser algo tan sumamente íntimo a abiertamente intergeneracional, conectando nuestras voces para dejarnos soñar.

¿Tenéis algún recuerdo de infancia de qué era lo que os acompañaba a conciliar el sueño? Sea una melodía, un libro, un ritual, una pequeña luz…

A: No, no recuerdo nada. Apagar la luz, y a la cama…

B: Un cómic de Heidi. Me lo compraba la yaya y me hacía tanta ilusión que me quedaba despierta esperando que lo trajese, el problema era que ella llegaba siempre muy tarde y lo acababa leyendo yo sola, pero no me dormía hasta que lo podía leer. También recuerdo que la yaya me cantaba la de pinpon es un muñeco, no recuerdo otra canción de esa época.

2 Conocéis alguna canción de cuna? ¿De dónde la aprendisteis?


A: Conozco varias. La luna lunera, la canción de la familia Telerí, la de Casimiro y la del Loro (estas tres son las que tocaban en la tele). Luego ya de mayor conocí el Duerme negrito, que me contó un amigo que era la que le cantaba su tía a su primo (menor que él) pero que como desafinaba, a él le producía más inquietud que relax.

B: No recuerdo donde aprendí Luna lunera ni el Barquito chiquitito que son las que os cantaba yo… No sé cuándo las aprendí. Supongo que me las enseñó la yaya. Pero no tengo el recuerdo de eso. En cambio, recuerdo claramente la de Pinpon con la voz de mi madre y yo pequeña.

3 Vosotros habéis cantado nanas a alguien, sea antes de dormir o en un momento de quietud y conexión. ¿Qué os ha llevado a cantar para generar este acompañamiento, la tradición? ¿El instinto? ¿El vínculo que querías generar?


A: Yo te cantaba a ti el “A dormir”, con letra inventada y basándome en la melodía de una caja de música que le regalaron a mi hermana Conchi cuando era pequeña (era una cajita-joyero con una bailarina, muy clásico). La nana te la cantaba porque entendía que una melodía cantada con un tono suave y relajado debía conducir al descanso. Además, algo repetido, sostenidamente a modo de arrullo, acaba aburriendo, como hacen los grillos por la noche o las chicharras a la hora de la siesta. La letra importa poco, solo el tono y el ritmo.

B:Yo hasta que no he sido madre no he cantado nanas. Era un mundo inexplorado que me ha venido con ser madre. El concepto de nana para mí era para preparar la separación* antes de dormir, como algo que calma y consuela antes de soltar vuestra manita. A mí me producía un sentimiento de melancolía… No sé cómo lo vivíais vosotros.

(*Aquí mi madre se refiere al momento de dejar a un niño dormir solo, no acompañarle durante las horas de descanso.)

¿A qué te refieres con melancolía mama?

B: Como el no querer dejar desamparado al ser que depende tanto de mí. Era como un sentimiento de empatía poniéndome en vuestros zapatos. No querer que experimentaseis ansiedad en esa separación momentánea hasta el día siguiente. Ese tipo de sentimiento lo desarrollé con la maternidad. De hecho, alargaba de más la canción para posponer el momento de el buenas noches.

4 Alguna vez os ha extrañado/ habéis analizado las letras y melodías que cantabais? Algunas nanas suelen tener metáforas o enseñanzas más profundas o maduras. ¿Te habías parado a pensar en qué tipo de imaginarios oníricos recibía el niño antes de dormir?

B: no sabría qué decirte, bueno la del Coco, jamás la cante porque me parecía muy cafre y aterrador.

Yo recuerdo que la canción que le cantabas a Helio (mi hermano) era algo surrealista, Luna lunera cascabelera debajo de la cama te dejo la cena.

B: Eso siempre me sonó extraño. Pero la melodía me resultaba tranquilizadora. Aunque la letra me parecía un poco triste. Pero el Helio era la que me pedía.

¿Y tu, papa?

A: Sí, sin duda. Como he dicho, la letra le importa poco al bebé. Si hay hermanos menores oyendo, es otra cosa. O si, como el Helio, pedía nanas aunque fuese algo mayor. En ese caso, está claro que la letra implica un micro-cuento, un extracto de una historia mayor que se sintetiza a la hora de dormir. Pero es que el concepto de cuento del siglo XXI no se parece a los del siglo XX, y estos para nada a los del siglo XIX, y estos para nada a los de nuestros ancestros. El cuento era en origen un microrrelato que preparaba a los niños para la vida de adulto, y simplificaba la historia, pero para nada era un dulce relato azucarado como los que se llevan ahora; la vida era dura y cruel y eso no se debía ocultar, aunque la moralina solía ser que las buenas acciones o decisiones te ayudaban a sobrevivir. La nana a menudo era un extracto más dulce de alguno de esos cuentos.

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