El dolor que no entendemos

La resiliencia es a como se le llama a la capacidad del metal de doblegarse ante una presión y luego al dejar de presionar volver a su forma original. Pues bien, este mismo concepto fue aplicado en la psicología por primera vez por el psiquiatra Boris Cyrulnik. Él la utiliza para referirse a la capacidad mental, donde después de haber pasado por un trauma, consigues subvertir el trauma sacandole provecho, tener un aprendizaje y salir transformado. Pero él da mucha importancia al contexto, es decir, para que una persona consiga subvertir un trauma tienen que tener una red de apoyo afectiva muy buena, por sí solo es muy difícil que lo consiga.
Todo esto lo aprendí de una charla del psiquiatra que escuché del BBVA en YouTube, llamada el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Y me vino a la mente cuando escuché la redacción de una de mis compañeras, sobre el dolor psicológico del desamor, de entre muchos de los temas que tocó. La cuestión es que trató un tema que personalmente le doy muchas vueltas, ya que me afecta directamente. ¿Qué hacemos con el dolor psicológico?

Una vez, de la nada, una amiga me preguntó si me consideraba una persona adicta. Era una cosa que ya le había estado dando vueltas. Una persona no es adicta a algo en concreto (adicta al alcohol, o al tabaco) sino que es una condición en general, tú eres o no eres adicto. Además de haber una explicación científica sobre la condición de los cerebros adictos que cuenta como los receptores del placer de las personas adictas nunca se llegan a llenar del todo y al estar siempre al “casi llegando” al placer, etc.
Cuando miras al pasado y te das cuenta de todas las pequeñas adicciones que una ha tenido, te percatas de que efectivamente tienes tendencia. Desde la autodestructiva adicción a morderse las uñas, hasta la enfermiza obsesión por una persona. La mente del adicto no es que sea un dependiente del placer, sino que no soporta el dolor y busca evitarlo. Es como las personas que se suicidan, no es que se quieran morir, de hecho en Japón (uno de los sitios con más índices de suicidio) cuando se encuentran con alguien que se va a suicidar, le preguntan ¿cómo estás? ¿Quieres hablar? Y ya desisten de hacerlo. No quieren morirse, solo quieren dejar de sentir el dolor de vivir y una de las soluciones ante este problema es la muerte. Hay muchas formas de huir del dolor, la persona con dependencia emocional que busca la aprobación de cualquiera para no sentir el dolor del rechazo o de la soledad, o porque tiene la autoestima baja, o la persona que no se permite amar para que no le vuelvan a hacer daño, pero qué es la vida sin amar? 
Respecto al dolor, es muy importante entender de donde proviene, el ser humano necesita entender para tener una falsa seguridad de tranquilidad, las cosas que no entendemos generalmente nos dan miedo, porque están fuera de nuestro control. Como dijo una profesora que vino a enseñarnos sobre cuentos, el ser humano necesita escribir como una forma de poner orden en esta caótica vida, en el momento de escribir tú tienes el control de la realidad que escribes, y esto da mucha tranquilidad. Pero volviendo al dolor. Podríamos decir que hay dos tipos de dolores, el físico y el psicológico, la cosa es que nuestro sistema tiene un “problema”. Resulta que cuando sientes dolor psicológico, se activan los mismos receptores del dolor en el cerebro que cuando sentimos dolor físico, por esto nos resulta igual o incluso más doloroso (cuando no entendemos de donde proviene). Te han apuñalado y te ponen anestesia para que dejes de sentir dolor, pero si “te han roto el corazón” no hay anestesia para esto, y tu cerebro está sintiendo el mismo dolor que si te hubieran apuñalado. Pero tú miras tu cuerpo y está entero, no tienes ni un rasguño, aun así el dolor que sientes es real, ya que se activan las mismas sinapsis dentro del cerebro, pero no hay rastro físico, lo cual nos provoca sufrimiento porque no entendemos de donde proviene. El dolor que conseguimos “entender”, hacérnoslo nuestro (con humor, por ejemplo) se convierte en aprendizaje, acto subversivo. Pero el dolor que no, se convierte en sufrimiento.

Ahora ya hemos entendido uno de los dos porqués, a la pregunta ¿por qué siento dolor? Hay el porqué científico “la causa por la cual sientes dolor”, con su explicación científica. Pero luego está el porqué más profundo, ¿por qué siento dolor? La razón por la cual el mundo funciona así, ¿quién lo ha decidido? ¿Por qué las cosas tenían que funcionar así? Porque existe unos seres que nacen y mueren y sienten dolor? Es todo tan extraño y sin sentido que no hay explicación lógica posible. Tal vez la mejor opción es aprender a estar cómoda en la incertidumbre (el arte de perderse) o autoengañarse pensando que las cosas placenteras que nos pasan en la vida son para disfrutar, y las dolorosas que nos sirvan para aprender.

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