Al llegar te dan una cámara y una sola tarjeta.
A partir de ahí tu eliges tu historia, que grabas y qué no, dónde te sitúas, qué encuadras y qué excluyes del encuadre, dónde está tu atención, cuánto dura cada plano, cuándo hay cambio de plano.
Al introducir la tarjeta en la cámara siempre aparece ese mensaje: “Esta será tu memoria, tu historia”.
Miras a tu alrededor y hay múltiples historias en cada dirección, unas te llaman más que otras y siempre hay esas que te atrapan. Y ahí te quedas contra viento y marea, chupando tarjeta, con el foco ahí, ocupando la memoria, aguantando el plano. Por mucho que sea el plano que has elegido a veces no funciona, y no hay quien lo sostenga. No hay buena luz y no pasa nada interesante o nada que a ti te interese. Llevas ahí demasiado tiempo, demasiado espacio en la memoria. La misma cámara ya te avisa con sus mensajes. “Peligro. Aumento de la temperatura interna. Llevas demasiado tiempo grabando esto” Y cuando la temperatura interna empieza a subir y la cámara ya no puede más se suele apagar sola. Ya me lo hizo el mes pasado y no me dejó encenderla durante días hasta que se enfrió lo suficiente. Otro día estaba grabando una escena y empecé a notar cómo fuera iba aumentando la temperatura, poco a poco pero sin freno, cada vez el calor era más intenso, más tenso, más insoportable, más rojo. Iba aumentando fuera y empezaba a aumentarse dentro. La cámara me volvió a avisar con un icono en rojo “Peligro. Aumento de la temperatura interna.” Yo quería grabar un poco más, pensé que ella podría soportar un poco más, aunque sé que tiene un límite. Esta vez falló el sistema de seguridad y no consiguió pararse a tiempo, traspasó su limite, subió tanto la temperatura que empezó a hacer pequeñas explosiones, por un momento incluso me pareció oírla gritar, me asusté, la apagué enseguida. Todas las imágenes que grabé ese día estaban dañadas, no se pudieron procesar bien, pero aún así las tengo registradas en la memoria hasta justo antes del colapso. Después no sé que pasó, las conexiones quedaron bloqueadas. Esta vez tardó mucho más en volver a funcionar con fluidez.
Busqué un ambiente menos hostil para ella, un cambio de plano. Me alejé para poder tomar un poco de perspectiva y poder elegir desde ahí. A lo lejos un montón de posibilidades, de pequeñas y grandes historias, de personas y realidades diversas. Elegí dónde acercarme, el encuadre, que es como el dedo que señala y encuadra ese trocito de realidad, el que tú eliges, el que tú grabas , el que te mueve ahora. Mientras fuera del encuadre otras posibilidades paralelas suceden simultáneamente, algunas las ves pasar de refilón, otras te pasan por detrás dejando un escalofrío en la nuca, pero no puedes grabarlo todo, sólo una cámara y una sola tarjeta.
A veces aparece este mensaje en la pantalla de la cámara “¿Que quieres grabar esto en tu memoria? Decide.”
La elección es constante e inevitable. El tiempo es limitado, la libertad es total.
Laura Soriano
