Las cosas la están mirando pero ella no puede mirarlas.
Siento que las veo a través de sus ojos, como que sin que esté aquí, su mirada sigue en mí.
Su forma de ver los colores. Creo que ella lo sabe, pero ahora no puedo saberlo.
Nunca le dije adiós para siempre, ahora creo que no hizo falta, siempre puede ser ahora.
Escribió una carta diciendo adiós porque para ella no hubo despedida.
Bajó al río y vio una mariposa. Tiró una flor al agua y la siguió mientras se la llevaba la corriente. Iba tan rápido que en un momento ya no la vio más.
Se mojó las manos, la cara y los pies.
Bebió de esa agua y sintió que no volvería a ese lugar en mucho tiempo,
por eso cogió tres botellas pequeñas de plástico, las llenó de agua y se las guardó en su mochila para beberlas durante el trayecto.
Ojalá llamarte por teléfono y me contaras dónde estás ahora.
Si has pasado por Marte o por al lado de alguna estrella.
Dicen que igual te has ido o igual sigues aquí.
No sé si volverás o si te irás muy lejos.
Espero que los árboles que veías en el jardín cuando salías a dar un paseo se acuerden para siempre de lo graciosa que eres.
Un día me dijiste que vino alguien y era plateado, que te tiró piedras en la ventana y viste que también había luna llena.
Tenía muchas ganas de verte pero nunca encontraba el momento.
