Carne trémula, sangre seca y un corazón crudo.
Un niño descalzo, cristales agrietados, las sábanas están sucias.
Caricias en la piel con dientes de león. Apaga la luz.
Mejillas embriagadas, enrojecidas por el licor de tus besos.
Pasión y frenesí,
luego nada.
Un señuelo.
Seguí las migas de pan hacia un salto al vacío.
Todo mi cuerpo te llama a gritos desgarrados,
luego se ahogan en el nudo de mi garganta.
Nunca el dolor se sintió tan entero
ni el orgullo tan quebrado como hoy.
Las imágenes de ti se me escapan en el tiempo,
se escurren entre mis dedos, fina blanca arena.
Entrañas heridas, mortificadas por el olor de tu recuerdo.
Conservar lo inexistente, un sin sentido encantador.
Embriagante penuria.
Escarmiento y desconsuelo.
Estar y que no estés.
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