
A Elisa le gusta visitar la ciudad de la paz.
Conoce bien todos sus caminos, sabe en donde se encuentra con tal solo respirar.
Donde viven los animales, las plantas, donde sus emociones viven en perfecta armonía… Este es su mundo secreto. Es donde viene a buscar la diversión, a descansar, es donde encuentra tranquilidad.
… Sin embargo, también se encuentran un montón de objetos y emociones perdidas, aunque ella no se preocupa por encontrarlas. Hay lugares que es mejor no visitar, cosa que no se deben buscar. A veces lo peor puede ser encontrarlas.
A Elisa le encanta el silencio de las montañas. El ir y venir de los pájaros, volando libres por el cielo, es un hermoso espectáculo, ver a las cabras escalar le parece divertido.
Volver a ese sitio donde abunda la paz siempre es una alegría para su corazón. Elisa se sienta para escuchar las historias de su amiga tristeza, siempre está atenta para escucharla, le pide consejo, a veces consuelo.
Le encanta escuchar historias de otros mundos, a pesar de que tristeza no es la más animada, ciertamente es amable y empática, sus historias ayudan a Elisa a ver las cosas desde otro punto de vista. Y aunque podría contar historias tristes o desesperanzadoras, Tristeza siempre intenta convertir aquel dolor en un punto de partida para ser mejor. Le cuenta historias que la hagan soñar, cambiar todo aquello que no le gusta de su mundo: de grandes expediciones a lugares extraños, aventuras extraterrestres, espaciales…
Elisa es fanática de las leyendas griegas, sus mitos sobre dragones y dioses le parecen fascinantes. Tristeza prefiere poemas sobre el amor, la amistad y la muerte.
Un día Elisa fue de visita a la ciudad de la paz, necesitaba consejo, buscaba consuelo, pero cuando encontró a Tristeza solo la hizo sentir peor, así que ella huyó, salió corriendo…
Pero estaba llorando, no conseguía ver hacia donde se dirigía, mientras corría tropezó con algo y cayó en unas zarzas, se había lesionado los brazos, las rodillas y el rostro… Intentaba gritar, pero no tenía fuerzas, le dolía el cuerpo y nadie la escuchaba, sus gritos era gemidos silenciosos, se había comenzado a hacer de noche y todavía no la habían encontrado, Elisa pensaba que probablemente tampoco la estuviesen buscando, al fin y al cabo era ella quien había decidido marcharse.
Elisa pensó que había tropezado con una piedra, quizás un palo, y aunque podría ser verdad, lo cierto es que Miedo y Ansiedad le habían tendido una trampa, se habían aprovechado de que ya no estaba Tristeza para protegerla.
Unos minutos después de dejar en desesperación y dolor a Elisa, acudieron a su rescate Miedo y Ansiedad, se sentían culpables por lo que le habían hecho. Al principio Elisa se asustó, lo cual era normal, ya se había hecho de noche y el aspecto de sus acompañantes no era muy agradable.
Elisa les dijo que se fueran, pero ellos contestaron que estaba herida, que nadie la encontraría de noche, y mucho menos si no podía gritar. Le dijeron que tan solo querían ayudarla. Entonces Elisa aceptó su ayuda, ya no aguantaba el dolor.
Le quitaron las zarzas, le sacaron las espinas, le curaron las heridas, le pusieron tiritas. Al ser de noche, le dieron cobijo en su hogar, y le ofrecieron reposar todo el tiempo que deseara o necesitara para recuperarse, ya que no podía caminar bien, estaba un tanto fría, pero la abrigaron con todas las mantas que encontraron, ellos estaban acostumbrados a eso.
La casa parecía tranquila, estaba alejada de todo, no se escuchaba un solo ruido, sin embargo, nunca le tocaba la luz del sol. En esa casa también vivía Depresión, Elisa había escuchado hablar cosas malas sobre ella, decían que era manipuladora y a veces agresiva, pues era prima de Tristeza.
A Elisa no le dio la impresión de serlo, al contrario, era amable y atenta. Tanto era su disgusto con tristeza por haberla hecho sentir mal, por haberla abandonado, que decidió quedarse un largo tiempo con Ansiedad, Miedo y Depresión.
Mientras pasaba el tiempo, Elisa se sentía peor, no tenía ganas de levantarse, sus heridas comenzaban a infectarse y sus piernas ya estaban muy agarrotadas. No había nada que Ansiedad, Miedo y Depresión pudieran hacer para curar correctamente sus heridas, solo lo empeoraban.
Todo el dolor que sentía se convirtió en desesperación, no podía salir de allí, tampoco podía pedir ayuda. Así que les envió a buscarla por ella, ya que no podía salir. Hablaron entre ellos para decidir quién buscaría ayuda primero, ya que no podían dejar a Elisa sola, necesitaba supervisión, porque su desesperación hacía que le dieran ataques de pánico, sobre todo, se peleaba con Ansiedad.
Finalmente, decidieron que al ser Ansiedad la más problemática, sería mejor que fuera ella la que buscase ayuda, así estaría lejos de Elisa y no le haría más daño. Pero en el camino se perdió, iba y volvía, pero solo daba vueltas.
Como no podían calmar el dolor de Elisa, Depresión le aconsejaba que durmiese, así no sentiría dolor. Pero miedo no la dejaba descansar, la despertaba contantemente para controlar que sus heridas no fueran a peor. Depresión perdió la calma, ya no aguantaba ver a Ansiedad ir y volver sin ayuda, así que envió a Miedo, quizás así dejaría descansar a Elisa.
Pese a que el camino era muy largo, Miedo se lo sabía de memoria, lo recorría constantemente con Duda, era su mejor amiga. Así que decidió pedirle que le acompañara en su trayecto. En el camino Duda le preguntaba, si realmente creía que era necesario ayudar a Elisa, al fin y al cabo, siempre los había tratado mal, y ahora era amiga de ellos, le hizo pensar que si Elisa se iba se volverían a quedar solos en la oscuridad, donde nadie los ve, donde todos los tratan mal o los ignoran.
Pero Miedo se sentía culpable, había sido culpa de ellos que estuviera en esas condiciones, y aunque quería que fuese amiga de ellos, no le parecía que fuera justo. Cuando llegaron al final de su trayecto, Miedo se llenó de timidez, los demás no le querían, le miraban mal, intentó hablar, pero tartamudeó. Duda le dijo que no dijera nada, que lo juzgarían, había sido culpa de él y de Ansiedad que Elisa se hubiera lesionado, además era un mentiroso, nadie le creería, ella estaba en su casa, ¿por qué iba a estarlo? Elisa era amiga de Alegría y se llevaba muy bien con Tristeza, no había razones lógicas o mentiras obvias para que estuviera con ellos.
Así que Miedo también se devolvió solo y sin ayuda, aunque en su caso tuvo la oportunidad de escuchar las sabias palabras de Amor, quien pudo ver como discutía con Duda. No hay nada que no puedas hacer, estás atento, eres bueno, eres protector, pero si te dejas llevar lo puedes destruir todo. Pese a todo, Miedo decidió devolverse, no quería ser juzgado por Amor.
Al ver volver a Miedo, Depresión se enfadó mucho, perdió el control y lanzó las cosas de su alrededor, haciéndo daño por accidente a todos, incluida a Elisa. Ya no quería saber nada de Ansiedad, ni de Miedo, ni de nadie más, Depresión se sentía muy mal, por lo que ella creía que era la incompetencia de sus amigos. Sin embargo, se sentía mal porque sería ella la que tendría que pedir ayuda y eso no le agradaba, Miedo le había explicado su temor a ser juzgado, Ansiedad le contó lo difícil que era seguir el camino ya que había mucha maleza y era imposible salir, Duda, por otro lado, le recordó que nadie la quería porque era manipuladora y agresiva, haciéndole cuestionarse la reacción de su prima al verla.
Finalmente, decidió hacerlo, pero no iría sola, irían todos, incluida Elisa. La arroparon, le acolcharon una carretilla de jardín que nunca usaron y aunque estaba un poco oxidada funcionaba. Decidieron ir por la mañana, cuando saliera la luz del sol.
El camino fue arduo, estaban cansados, Ansiedad no paraba de dar vueltas por todos lados, Duda no paraba de hablar, Miedo caminaba muy lento, Depresión no podía con el peso de Elisa, y Elisa no paraba de gemir de dolor.
Hacían muchas pausas y cuando parecía que comenzaba a anochecer una vez más, vieron la luz. Todos lloraron de alegría. Pero solo depresión pidió ayuda, nadie la escuchó, todos la ignoraban, no le caía bien a los demás, decían que lo exageraba todo, así que no le hicieron caso, al parecer Elisa estaba destinada a vivir con ese sufrimiento.
Amor se acercó, los abrazó a cada uno de ellos y reconoció su valentía por haber llegado tan lejos, por haber alzado la voz y reconocer sus errores, aun cuando sabían que nadie los aceptaría. Amor cargó a Elisa en sus brazos, los llevó a todos a su casa, los invitó a cenar y curó las heridas de cada uno, con la misma delicadeza que curó las de Elisa, ya que el camino que habían recorrido era oscuro y estaba lleno de baches y zarzas, por lo que todos se habían lesionado.
Pasaron meses hasta que todos, sobre todo Elisa se sintieran mejor, ya que sus heridas se habían infectado gravemente y necesitaban cuidados diarios. Elisa perdonó a Tristeza, volvió a hablar con Alegría y aprendió a convivir con Depresión, Ansiedad y Miedo. Había recordado que ellos siempre habían sido sus amigos, pero los ignoró, lo que los hizo sentir muy mal.
