Una conversación con Begoña Egurbide sobre el rastro de la memoria
Memoria, conciencia, emoción, experiencia… son algunas de las principales áreas conceptuales que aborda Begoña Egurbide en sus proyectos. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, doctora por la Universidad de Castilla-La Mancha y docente desde hace más de 30 años. Premiada en diversos festivales y bienales, lleva exponiendo desde 1994 hasta la actualidad. A través de sus piezas, a menudo pictóricas y audiovisuales, la artista presenta eclécticas composiciones en las que el cuerpo -y en concreto, el cuerpo femenino- se convierte en el escenario de acción de sus inquietudes. Hoy ambas nos encontramos en el seno del barrio del Raval (en Barcelona) para tentar a lo imprevisible conversando durante un rato sobre uno de los pilares esenciales de su obra: los recuerdos.
Hola Begoña. Muchas gracias por compartir esta experiencia. Empecemos la entrevista por lo alto: ¿quién eres?
Soy Begoña Egurbide, una artista de Barcelona pero de familia inmigrante vasco-cubana. Vivo en el Raval desde hace 40 años. Soy el reflejo de un lugar, de una familia y de una situación determinada en el extracto social de la ciudad.
A lo largo de tu recorrido artístico, la cuestión de la memoria ha sido uno de los pilares temáticos que más has desarrollado. ¿Serías capaz de identificar tu primer recuerdo?
Mi primer recuerdo es probablemente inconsciente, supongo que proviene del seno materno… Pienso que la memoria del nacimiento es atávica: un lugar que todos recordamos a pesar de no poder acceder a él de forma consciente.
Así pues, hablas de un recuerdo inconsciente, una forma de memoria que no se percibe con clarividencia. ¿Cómo dirías que nos afecta este tipo de experiencia?
Este tipo de recuerdo tiene que ver con una especie de conocimiento atávico que experimenta el género humano. Nacemos en un tablero de ajedrez que representa el mundo simbólico. En éste, cada cual ocupa un espacio que, ante todo, no es intercambiable. Por supuesto que las relaciones y las migraciones pueden facilitar cierta movilidad -por el tablero- pero en esencia, uno siempre estará condicionado por su espacio original. Cada uno llega y permanece en el mundo con toda su memoria pero ésta se determina a partir de unas circunstancias muy concretas.
Entonces, ¿cómo crees que se relacionan la forma de la memoria consciente e inconsciente? ¿Cómo se entrelazan?
Aquí encontramos dos capas distintas. Por un lado, existen los sucesos vividos, que tienen que ver con una experiencia real que se ha llevado a cabo, y por otro, la memoria atávica, que está infligida a través de todo lo que forma el sistema en el que te mueves. Probablemente ambas capas entretejen todos los movimientos de la memoria que, al final, acaban manifiestándose a pedazos, fragmentadamente. De hecho, uno intenta ordenar estos movimientos, pero incluso cuando ordenas la memoria la estás reinventando en función, precisamente, de estas capas a las cuales tenemos acceso. Todo ello hace que acabemos definiendo nuestro mundo de una manera determinada que, a su vez, se muestra distinta a la que definirá otra persona.
Por ejemplo, nosotros, desde aquí, concebimos a Bin Laden de una forma concreta en función de una serie de hechos que lo encasillan en un lugar, pero para el mundo árabe, Bin Laden está en otra casilla y tiene otros significados completamente distintos al nuestro. Por lo tanto, nuestra manera de vivir y de percibir la vida se construye a partir de esta estructura de recuerdos que nos define y que, sobretodo, no hemos elegido.
Por lo tanto, un recuerdo nunca será objetivo.
Nunca. Los recuerdos siempre estarán alterados y filtrados según las circunstancias de cada uno. De hecho, con el tiempo, los recuerdos varían hasta decidir lo que acabamos reteniendo. Desde mi punto de vista, esta decisión que define lo que recordamos y lo que no, es lo que al final nos permite sobrevivir. Hay experiencias que decidimos olvidar y pasar página porque no nos interesa tenerlas presentes, y éstas, no es que desaparezcan, simplemente permanecen dormidas en la memoria.
Otro de los pilares que frecuenta tu práctica creativa es el retrato, ¿verdad? ¿Consideras que el hecho de explicar o incluso materializar un recuerdo es una forma de autorretrato?
Sí, por supuesto. Además, solo con el hecho de hablar ya nos estamos retratando constantemente, ¿no te parece?. Esta cuestión es muy interesante porque claro, es inevitable: el autorretrato está presente incluso cuando intenta no estarlo. Y es entonces cuando se define aún más quiénes somos.
Hablemos sobre el fondo de tus piezas. ¿Qué nos podrías contar sobre la materialización de los recuerdos? ¿Qué herramientas la posibilitan?
Con respecto a las herramientas, he ido trabajando siempre en función de lo que intuía que quería decir sin necesariamente tenerlo del todo claro. Principalmente, parto del deseo de ser -que no de parecer-, un deseo que se manifiesta de distintas maneras a lo largo de tu vida y que, en mi caso, es fundamental para el trabajo artístico. Por ejemplo, en la infancia, hay un deseo de ser que se manifiesta en el espejo y que es totalmente inconsciente. Pero ese deseo de ser, que más adelante se entrelaza en las relaciones que se establecen con el mundo simbólico, social y cultural, es distinto al de la imagen reflejada de la infancia.
¿Qué papel juega la imagen en tu producción?
Yo siempre he hablado del deseo de ver, pero ese deseo de ver está relacionado con lo que comentaba, con ese deseo de ser. Cuando me refiero a la imagen, hablo desde un sentido amplio porque también he utilizado la palabra, la textura, la materia, la imagen visual, la imagen en movimiento, la imagen en el tiempo, etc. Al elegir la imagen como medio, las herramientas siempre me han permitido conseguir reflejar ese deseo de ser. En este sentido, todas esas imágenes que he ido construyendo han sucedido con una cierta linealidad, pues el aprendizaje y el control exponencial de las herramientas ha sido fundamental para avanzar en el proceso de creación.
Como bien dices, supongo que el control exponencial de ciertas herramientas te permitió desarrollar gran parte de tus obras. ¿Cómo fue tu proceso de aprendizaje?
Claro. En el “95” empecé a estudiar multimedia. Yo venía de una tradición totalmente analógica (con la pintura, la forma del dibujo, el color, la fotografía analógica) y en el año 2001, me di cuenta de que, a través de las posibilidades que ofrecían las herramientas digitales, podía realizar aquello que quería ver. Sin estar segura de que eso iba a ser posible, mi intención en ese momento era trabajar con la imagen pero construyendo movimiento relacionando las características propias del cine, de la fotografía y de la pintura. Mi intención era poder explicar el funcionamiento, precisamente, de la memoria. De esta forma, usando varias de las herramientas de las que disponía, conseguí hacer lo que en un principio yo quería ver. De ahí nacieon, por ejemplo, las imágenes lenticulares.
¿Cuál fue el origen de las imágenes lenticulares?
En un principio, cuando yo trabajaba con la pintura, pensaba que había un lugar fuera del pensamiento en el que la poesía y la imagen se encontraban y construían otro tipo de composiciones. Siempre he buscado imágenes que estuvieran fuera de la conciencia, que no fueran premeditadas, imágenes que tuvieran esa capacidad de realidad que no pudiera ser detenida ni encasillada, pues lo real siempre escapa. Entonces, al descubrir la imagen lenticular, me di cuenta de que podía llegar a profundizar en uno de mis temas de interés: la forma de la experiencia cotidiana, ese mundo que tanto frecuenta en la memoria y que de tan presente, a menudo, se nos olvida. Todos esos fotogramas que se van superponiendo secuencialmente forman parte de una experiencia que tú eliges retratar, tú decides qué guardar y qué no.
Echando un vistazo a algunas de tus piezas lenticulares, observamos claramente el peso que se le otorga a la instalación física. ¿Qué dimensiones abarcan?
Sí, efectivamente. Cuando hablamos de las imágenes lenticulares nos referimos a formatos muy grandes, son como paisajes. En general, se trata de formatos de 2 metros por 20 de altura hasta 5 metros de ancho. Evidentemente, de la pantalla del ordenador a la instalación física cambia totalmente la percepción: la imagen se expande.
¿Recuerdas la primera imagen lenticular que construiste?
Sí. La primera que hice fue La Vía Láctea (2001) y la construí junto con una amiga, Francesca Llopis, para la estación de Valldaura(?). Ambas ganamos un concurso de la Generalitat: fue una sorpresa que no nos esperábamos. Sin embargo, debo decir que la primera imagen lenticular con la que me sentí verdaderamente satisfecha se titula Maternidad (2003).
Tus piezas lenticulares llevan activas desde el 2001. ¿Cómo las llevas a día de hoy?
Pues la verdad, hace tiempo que no hago piezas lenticulares… por varios motivos. Todo el proceso de aprendizaje es muy excitante cuando vas controlando los medios, pues te permite explicar cosas de distintas maneras. A día a de hoy podría hacer una pieza lenticular, sí, pero en este momento ya controlo suficentemente la técnica y ya sé ver el resultado visual. Creo que cuando uno controla la manera en que se va a ver algo, éste deja de ser una fuente de inspiración, la necesidad de producir ya no es la misma.
En este momento estoy más ineteresada en generar dinámicas con las personas en vez de estar tan “enmimismada”. Todos los trabajos lenticulares exigen técnicamente mucha concentración puesto que es una relación constante contigo misma. Ahora me encuentro en un punto en el que creo que la capacidad de las imágenes de transmitir las formas de la memoria no se adecúan del todo al mundo real: creo que el mundo es otro.
Vaya, esto debe de haber sido un gran punto de inflexión en tu trabajo. ¿Cómo es que representar un recuerdo a través de la imagen ha perdido cierto sentido para ti?
Aquí hay varias cuestiones. Yo nunca he pensado en mi trabajo como la “representación” de algo sino como la “presentación”, la exposición, la construcción de algo. Representar y presentar no son lo mismo. El “representar” implica una traducción, una interpretación. Mientras que el “presentar” implica la utilización de un lenguaje determinado, es un sistema de relaciones en sí mismas. Yo siempre he estado más interesada en la presentación, en el lenguaje y en la capacidad que éste tiene. Desde mi punto de vista, todas las herramientas que he ido usando me han servido para definir precisamente ese lenguaje y para establecer, a través de los elementos, mi propio sistema de diferencias.
Entonces, si ahora no estás tan interesada en “presentar” las formas de la memoria, ¿por dónde te mueves? ¿Cuáles son tus nuevos horizontes?
Cuando yo empecé a trabajar la memoria a principios del siglo XXI, el funcionamiento del cerebro era uno de los estudios fundamentales en el que se veía claramente que, en las próximas décadas, iba a evolucionar dando lugar a muchas respuestas. Ahora estamos en 2021 y efectivamente, en estos 20 años, la técnica de la imagen lenticular que empecé a usar en 2001 ha ido agarrada al desarrollo teórico sobre el funcionamiento del cerebro. De hecho, ahora se sabe que las neuronas, cuanto más utilizadas sean en ámbitos concretos, más capaces son de crear nuevos campos y nuevas estructuras para amplificarse.
Respondiendo a tu pregunta, en este momento estoy mucho más interesada, no tanto en las relaciones de la memoria sino en las relaciones con el etorno entre distintos cuerpos, entre personas. Para eso, tengo un proyecto entre manos que es la Cera 13, cuyo objetivo será facilitar la creación de vínculos entre personas que estén interesadas en temas que tengan que ver con el lenguaje, con las imágenes y con la posibilidad de construir un mundo mejor (aunque suene muy utópico).
Y ya para terminar… Begoña, ¿cuál ha sido tu último recuerdo?
Mi último recuerdo… mi gato. Le operaron ayer y el destino le ha permitido vivir. El gato se cayó por la noche y apareció en la casa de mi vecina a las 7:30 de la mañana. Tenía el bazo roto y la pata rota. Yo pensaba que no tenía sentido operarlo porque, desde mi punto de vista, era algo innecesario. La vida es biológica y tiene un transcurso y mantener a los animales con vida cuando van a sufrir no tiene sentido. Finalmente, ayer le operaron. Ahora está en casa y está muy bien porque le han dado otra posibilidad de vivir, no nosotros, sino el propio destino.
Begoña, muchísimas gracias por este rato.
Gracias, ha sido un placer.
Jueves 10 de junio de 2021, Barcelona.
