Zahara es una artista cuya presencia escénica nunca pasa desapercibida. Sirviéndose de sus eclécticas composiciones, desprende un magnetismo que acaba atrapando a sus seguidores hasta hacerles partícipes de sus imaginarios. Solo con su voz y su guitarra, consigue llenar escenarios sin esfuerzo; con sus letras, resume en palabras, emociones y vivencias hasta provocarnos, inevitablemente, un sincero “te entiendo”. Una puede sentirse más o menos identificada con sus mensajes o estilos musicales, pero dejando de lado los gustos, hay algo en ella que es irrefutable, una capacidad que de tan valiosa, es admirable: su valentía.

del álbum PUTA (2021)
Con varios discos a su espalda, dos libros publicados, su propio sello discográfico y varios proyectos pedagógicos abiertos, Zahara cierra una trilogía conceptual y musical lanzando, este mes de abril, su nuevo álbum titulado PUTA, un repertorio lleno de coraje y disrupción que ha desquebrantado por completo la imagen edulcorada que se le ha atribuido a lo largo de estos últimos años. Reivindicando su papel como productora en una industria musical dominada por hombres, la artista ha unido fuerzas con Martí Perarnau, fiel amigo y coproductor, para dar a luz a un universo repleto de experimentación y confesiones. Pese a su desajuste respecto a los géneros musicales concretos, el aura de PUTA oscila entre una abrasión de electrónica sintetizada y rasgos de pop industrial que engrandecen intensivamente los mensajes subyacentes en cada canción.
La temática del álbum podría resumirse con la frase “Yo estaba ahí”, una sentencia repetida a lo largo del repertorio y que funciona a modo de #metoo. Se intuyen por dónde van los tiros, ¿verdad? En pocas palabras, este disco pone el foco sobre la condición desfavorable de la mujer, siendo ésta juzgada, desaventajada y maltratada injustamente. Mediante sus once canciones, Zahara toma constancia de su experiencia personal y denuncia su pasado para ir sanando, poco a poco, ese sentimiento de culpa que tanto tiempo lleva acarreando, “una sensación” –según confiesa- “que permanece impregnada en ella como un tatuaje.” Se constata pues, que Zahara es una víctima más de abusos machistas. Otra más.
En el seno de este disco encontramos cajones repletos de recuerdos y secretos que la cantautora ha logrado transformar en obras de arte con la intención de aligerar el peso de su jaula en el camino. Afortunadamente, el lanzamiento de este álbum ha sido una experiencia terapéutica para ella. De hecho, la propia artista se refiere a PUTA como un “disco sacacorchos”, un disco que ha logrado desencarcelar su silencio y que le ha permitido descargar la rabia, la indignación y la denuncia hacia pasados en los que el maltrato estuvo, desgraciadamente, presente.
Así pues, siguiendo la línea conceptual, Zahara nos presenta sus once piezas, de las cuales cinco tienen nombre de mujer. Éstas son MERICHANE, TAYLOR, DOLORES, RAMONA y SANSA. A continuación, hablaremos de TAYLOR, una composición que, a mí parecer, deja poso, pues evidencia claramente la potencia de sus letras -simples pero tajantes-, de sus melodías -genuinas pero pegadizas- y de su imaginario personal -resiliente y sobre todo, honesto-. Echémosle un vistazo.
¿Por qué TAYLOR?
¿Por qué TAYLOR? ¿Quién es TAYLOR? Se trata, nada más ni nada menos, de Taylor Swift, la prestigiosísima cantautora estadounidense galardonada con numerosos premios concedidos por la más elitista industria musical. En 2020, fue reconocida como “la mujer de la década” por los premios Billboard: Women In Music.
Supongo que os preguntaréis, ¿qué tiene que ver Taylor Swift con la canción?
Taylor Swift empezó componiendo sus canciones desde niña. Su cuna musical era el country, pero al empezar a recibir premios en plena adolescencia cedió, sin consciencia, sus voluntades creativas en pos de la satisfacción pública. Es decir, en vez de permanecer fiel a quién verdaderamente era y quería ser, decidió convertirse en lo que creía que se esperaba de ella. Sin bajar del podio de los hits, Taylor vistió sus mejores camuflajes para paliar constantemente dichas expectativas y defenderse, a toda costa, de la crítica y del odio. Desafortunadamente, lo que entonces no sabía es que, esa marca volátil que acabó creando a modo de supervivencia, le acabaría costando su salud mental, su autoestima y unas cuantas caídas en picado en el campo profesional. A lo largo de este intenso viaje que duro unos ocho años, Taylor lanza a principios de 2020 Miss Americana, un documental biográfico dirigido por Lana Wilson en el que la artista muestra su cara más vulnerable y demuestra que, lejos de las cámaras, ella misma es una paradoja. Su relación con la fama entra en conflicto con su miedo a luchar contra la idiosincrasia de esta profesión que no le permitía, bajo ningún concepto, autocuestionarse ni encontrarse a sí misma. Así pues, huyendo de “lo comercial” y agarrada a su valentía, Taylor Swift emprende su propio proceso de sanación sacando a la luz, no uno, sino dos discos titulados Folklore (2020) y Evermore (2020), ambos producidos en pleno confinamiento. En estos, se nos presenta una versión de sí misma más sincera, madura y sin duda, mucho más despojada de sus camuflajes.

Mas, ¿cuál es el vínculo que establece Zahara con Taylor Swift? ¿Cuál es el porqué del título?
Bajo la impredecible e inexplicable sensación de encierro que experimentamos en marzo de 2020, Zahara entra en una profunda depresión. Desmotivada y abrumada por la situación, cae en picado hacia un estancamiento creativo que acaba retándola a ordenar su propia habitación interna. Pues aunque fueron tiempos de pausa y angustia, también lo fueron de pausa y sanación. La cuestión es que Zahara descubrió Miss Americana. Y descubrió Folklore. Y descubrió, como no, Evermore. De repente, la electricidad de la artista revivió sus circuitos. Según confiesa, Zahara se vio tan reflejada en Taylor que fue, precisamente gracias a ella, que recuperó las ganas de volver crear y de liberarse de esa carga que tanto le pesaba. De esta forma, en pleno estado de enajenación, la artista empieza a componer PUTA y decide dedicarle una de sus canciones, a quién sino… a TAYLOR.
La forma de TAYLOR
La canción comienza con un beat a contrapunto que abre sus puertas a la melodía. En pocos segundos, Zahara ya ha creado un aura. Así pues, nos sumergimos en una atmósfera de inquietud, de duda y de confesión donde las palabras van tomando recorrido de forma encadenada y consecutiva. Cargada de aire, su voz se adhiere a los sintetizadores creando una sonoridad que permanecerá intacta a lo largo de la obra.
Para tratar la forma de TAYLOR, es esencial pararse a analizar algunos de los recursos líricos que vertebran la composición. Si echamos un vistazo a otras canciones de la artista, nos percataremos de que existe un recurso en concreto que se repite usualmente: la separación métrica. A través de su cruda y nítida dicción, Zahara dota a cada palabra de un peso correspondiente. Para ello, pronuncia sus discursos remarcando firmemente los acentos para enalzar sus sílabas y que éstas se adhieran de forma precisa al ritmo de la canción. Tanto es así que, en ocasiones, parece que los signos de puntuación se difuminen entre frases.
Otra característica bastante recurrente en su lírica es el uso de elementos retóricos. Éstos acaban escenificando cada una de sus líneas. En este sentido, para construir la rima, Zahara juega con las asonancias. Liberándose de las rimas consonantes, la cantautora abarca un campo retórico más amplio que le permite caracterizar mejor sus mensajes en pos de generar una narrativa vivencial que, juntamente con el uso reiterado de su primera persona, ayuda a suscitar en sus oyentes, una irremediable sensación de confesión. Así pues, brindada de múltiples recursos, la artista consigue transportanos, a través de su canción, a su propio imaginario. A continuación, adjunto algunos ejemplos presentes en TAYLOR:
“Somos yonkis del cariño ajeno”
(hipérbole / antítesis)
“He creado castillos con la devoción de aquel que no conozco y ahora se descascarillan como porcelana”
(metáforas / aliteración)
“El amor siempre espera, siempre espera ser correspondido, pero el odio no te espera y así todo es mucho más sencillo”
(anáfora / personificación)
Finalmente, en lo que respecta a la estructura, TAYLOR es una pieza bastante “básica” en tanto que sigue el patrón más convencional de las canciones pop: verso, pre-estribillo, estribillo, verso, pre-estribillo, estribillo. Pasamos al fondo.
El fondo de TAYLOR
Una de las habilidades más destacables de Zahara es la capacidad que tiene para crear escenas líricas en cuestión de segundos. Para hacerlo posible, es necesario una buena interiorización del mensaje que se quiere transmitir y a su vez, dominar con creces el proceso de sintetización de ideas. Y es que gracias a sus descripciones, hacerse a la idea de lo que abiertamente quiere compartir no supone un gran esfuerzo. En el caso de TAYLOR, se distinguen tres líneas temáticas que giran en torno a la letra. Para desglosarlas, nos serviremos de sus frases literales leyéndolas, cronológicamente, en clave narrativa.
Primer tema: la irrevocable búsqueda de la aceptación
“Ya me lo dijo Taylor, somos yonkis del cariño ajeno. Necesitamos el aplauso del extraño, hemos dejado nuestra paz en sus manos. He creado castillos con la devoción de aquel que no conozco y ahora se descascarillan como porcelana.” (0:02 -0:44)
Tal y como se explicita en la justificación del título, las primeras frases de la composición hacen una clara alegoría a Taylor Swift, concretamente a Miss Americana. Como sabemos, el sabor que le queda a Zahara después de ver el documental es agridulce, pues éste le devuelve la chispa creativa pero, a la vez, le descubre verdades que, hasta no ser dichas por una boca ajena (la de Taylor), no existían para ella. De nuevo, remitimos a las violentas expectativas, expectativas sobre el qué dirán, sobre el qué pensarán, sobre el cómo se sentirán los demás antes que ella. El hecho de focalizar su atención constante en el ojo público, suscita, nada más ni nada menos, que una continua autoevaluación hasta llegar a tomar decisiones no por y para ti, sino por y para el resto. De ahí nacen los castillos que se descascarillan. Toda la arquitectura mental que tanto tiempo llevaba construyendo, se acaba derrumbando al darse cuenta de que, en realidad, no sabe ni quién es ella misma. Las consecuencias, evidentemente, minan profundamente su autoestima.
A continuación adjunto la primera parte de un fragmento textual escrito por la propia Zahara; éste fue publicado en Instagram poco después de lanzar TAYLOR:
“Cuando me faltó el amor de aquellos que siempre estaban pensé que el amor no existía. Que el amor me había fallado porque yo lo había hecho, porque yo no tenía ni idea de cómo amarme a mí misma, ni por supuesto, a los demás. Como sí, por amor, nos mereciéramos la respuesta que hemos diseñado, como sí, por querer de una manera, el otro tuviera que hacerlo igual; como sí, para que nos quieran, tuviéramos que doblegarnos a lo que los demás exigen de nosotros. (…)”
Segundo tema: competiciones de apariencias
“Y al final he sido yo la única que se ha tragado el veneno esperando que se mueran otros. Si todo lo que soy es lo que esperan de mí. No sé qué es lo que quiero yo. Nadie me pregunta a mí.” (0:45 -1:28)
Entramos en terreno pantanoso. Finalizando el pre-estribillo se nos presenta la palabra “veneno”. Bajo mi interpretación, a través de este concepto Zahara pretende introducirnos a algunas de las cadenas de esclavitud del siglo XXI: la apariencia, la comparación y el poder de seducción. De nuevo, cuando las decisiones que una toma se rigen por cualquier tipo de ideal, las consecuencias siempre desembocarán en la insatisfacción. La recompensa nunca será suficiente. Siempre habrá alguien o algo por encima, alguien que hará lo posible por ser mejor que tú: siempre habrá competencia y comparación (por lo menos para aquellas que no se han encontrado a sí mismas a lo largo del camino). Por lo tanto, el veneno -que a la vez es pozo- son las apariencias. Piénsalo: ¿cómo una puede saber qué quiere y qué le hace feliz si el quién es se construye a partir de la admiración de los demás? Al darse cuenta de la sentencia, Zahara nos comparte las frases más vertebrales de la canción: Si todo lo que soy es lo que esperan de mí. No sé qué es lo que quiero yo. Nadie me pregunta a mí.
Tercer tema: el odio como consecuencia del maltrato
"No me tiembla la mano cuando digo que los odio. Y que los odio a todos por igual porque el amor, para mí, no tiene sentido. El amor está lleno de metas y puertas cerradas, líneas que no deben ser cruzadas. El amor siempre espera, siempre espera ser correspondido pero, el odio no te espera y así todo es mucho más sencillo." (1:28 - 2:26)
A partir de aquí, el tema final que concluye con la composición es el odio. En este caso, el odio es entendido, no como el sentimiento de aversión hacia lo indeseable sino como una consecuencia ante la falta de amor. ¿Recordáis el fragmento textual que Zahara colgó en Instagram? Leamos la segunda parte:
“(…) Y cuando no lo tenemos, cuando por más que le gritemos al amor que nos quiera, este no responde de las maneras que esperamos, entonces, odiamos. Odiamos al que no ha sabido amarnos, aunque seamos nosotros mismos. Sobre todo, a nosotros mismos. Y después odiamos, ingenuos, a todos los demás. Creemos que en el odio no hay dolor, como si al tragarnos el veneno fueran a morir ellos. Y nuestra piel, recubierta de fósforo, que es altamente inflamable, saldrá ardiendo mientras buscamos al que nos está quemando el corazón.”
En este aspecto, la reflexión de Zahara gira en torno a dos ideas. Primeramente, habla sobre el odio hacia “ellos”, refiriéndose, claramente, a esas personas que no han sabido respetarla y que, por el contrario, le han maltratado de múltiples maneras: psicológica, emocional y físicamente. El maltrato anula, arranca la autoestima y retuerce la propia percepción hasta que una deja de reconocerse como realmente es para verse a través de los ojos del “otro”. Lo peor de todo es que una no tiene la forma de demostrar esa mirada.
En segundo lugar, nos introduce el odio como el “camino fácil”. Ante un maltrato, una puede amar u odiar. Es decir, una puede destensar la cuerda apostando por la aceptación y el autocuidado o, por el contrario, puede tensarla o romperla nutriéndose del odio y de los mecanismos autodestructivos. La pregunta es: a pesar de los efectos secundarios que todo ello comporta, ¿por qué el hecho de odiar es mucho más sencillo? Desde mi punto de vista, el ser humano funciona por costumbres. Si una está habituada a sentirse mal -porque te han hecho estar o porque una se ha hecho estar así- no es de sorprender que ese sea el área de confort. Dicho de otra forma, ante una situación de dolor habituado, es mucho más fácil el regocijo en la negatividad que el hacer un esfuerzo para estar bien y curarse.
Finalmente, la canción termina con el estribillo que, de nuevo, nos evoca el imaginario de la insatisfacción.
"Si todo lo que soy es lo que esperan de mí. No sé qué es lo que quiero yo. Nadie me pregunta a mí."
La apropiación como un legado
Se aproxima el final del análisis. Llegadas a este punto, entendemos cuáles son los orígenes e intenciones de TAYLOR. Para concluir, es importante hacer una pequeña aproximación a la semilla que ha hecho crecer este proyecto: la apropiación como legado.
Si buscamos la canción en YouTube, aparecen dos cortometrajes: un videolyrics y un vídeoclip. Ambos se caracterizan por mantener el mismo tipo de estética: un plano secuencia en blanco y negro en el que aparece Zahara. Esta decisión formal no es azarosa. De nuevo, la artista se inspira en la portada Folklore, el primer disco lanzado por Taylor Swift durante el confinamiento. Rodeadas de árboles, las protagonistas se muestran completamente solas, pues entre esta inmensidad forestal que representan sus circunstancias, no pueden evitar mirar hacia arriba sintiéndose diminutas. A través de esta metáfora visual, se resume el viaje individual que cada una ha emprendido y tanto ha sufrido. En contraste, envueltas de naturaleza, también ven la claridad dado que, para ambas, sacar a la luz sus discos ha sido un proceso liberador y catártico.

Personalmente, debo decir que la semilla que me ha llevado a escoger esta canción para ser desglosada ha sido la voluntad de rendir legado a alguien en forma de agradecimiento. La primera vez que escuché las canciones que presenta Folklore ya me sentí interpelada, pero lo que verdaderamente me despertó la curiosidad fue el giro de tuercas que le dio Zahara. Una posible lectura ante esta apropiación podría ser en clave de copia, pero desde mis ojos, lo único que veo es admiración, generosidad y respeto de artista a artista. Como cantautora, no solo me siento plenamente identificada con el crecimiento personal de cada una de ellas, sino que además, me fascina el homenaje que hay detrás de la canción. Como dice Jorge Drexler en Todo se transforma (2004), “cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da.” Aunque TAYLOR no sea obra mía, me llena tan profundamente como si lo fuera. Al final, componer canciones pasa por compartir versiones de la realidad individual que cada una vive con el fin de que, con suerte, otras puedan encontrar su propio cobijo. Es entonces cuando la canción deja de ser una pieza personal y se transforma en una joya compartida. Gracias a lo que Taylor Swift compartió, Zahara se inspiró, gracias a lo que Zahara compartió, yo me reflejé y espero que gracias a lo que yo hoy pueda compartir, tú puedas sentir lo mismo.
