DIA 3 DEL CONFINAMIENTO
Domingo 15 de marzo
Me puse a escribir sobre el confinamiento que todos estamos haciendo estos días desde mi precariedad. Empecé el domingo y todo reposaba en una calma absoluta. Rosa(mi madre), preparó unas tostadas mientras Alberto (mi padre) preparaba unos zumos de naranja, jengibre y cúrcuma. Lucas (mi hermano), envuelto en una manta, encendió la tele. Manusito, nuestro perro de raza desconocida, siguió durmiendo tan plácidamente en un colchón que le había hecho mi madre con una vieja parka de color malva. En silencio y con sueño miramos las noticias.
— El gobierno recomienda estar en confinamiento durante dos semanas, nada de salir de casa, solo ir a trabajar —Dijo la señora de las noticias. Lo que es algo contradictorio. Me vestí para bajar a Manusito. Una vez en la calle, solo alcancé a ver a un par de personas que también paseaban a sus perros. Caminé hasta el puente de Pl.Cerdá, observé que no había ni un coche por la Gran Vía. Volví, me lavé las manos, y me puse ver memes en Youtube. La 13.49h. Rosa empezaba a preparar la comida. Costillas con patatas hervidas y para mi, tofu con pimientos y las patatas. Para comer, ponemos las noticias o alguna peli, casi que viene a ser lo mismo. Rosa pone Tv3 y no otra cade porque opina que los demás canales son muy de derechas y que al menos este es de Catalunya.
— Els casos de covid-19 ha aumentat un 10%…— dice la mujer de la tele.
— ¡Pa mi que quieren matar a los pobres iaios!— dice Alberto— Los primeros días del confinamiento aun pensábamos que lo del covid-19 no era para tanto. Miré el teléfono. Estaba lleno de mensajes de los grupos de clase.
—Skype para un piti?
—Skype para un cafe?
—Skype para hacer deporte?
Realmente eran creativos. Preferí quedarme un poco al margen durante unos dias y aprovechar para hacer cosas pendientes. Cayó la noche. Alrededor de las ocho de la tarde bajé a Manusito. Le di la vuelta que siempre solemos hacer por calle Arquitectura hasta Gran vía de L’hospitalet, ahí siempre caga, luego pasamos por calle Radi, cruzamos carretera del Prat y entramos por calle Jane Adams. Los parques estaban todos cerrados con precinto policial. Como era domingo no se veía ni un alma, alguna que otro coche y los autobuses. Entré a casa, la mesa ya estaba puesta, me quite los zapatos, le quite la correa a Manusito, me puse las pantuflas y me lavé las manos. Me senté y cenamos. Lucas encendió la tele. Vimos Expediente X, cuando terminó pusimos las noticias.
— Para evitar contagios los expertos recomiendan no salir de casa, lavarse las manos cada hora, …— dijo la mujer de la tele. Nunca me acuerdo de sus nombres.— Demà fara sol, les temperatures pujaran una miqueta, …— Dijo el hombre del tiempo.
— Pobrecito, seguro que nadie lo invita a tomar algo a ese hombre —Dijo Alberto. Cree que le hacen bullying.
— Fijo que esta solo en el plato y le dicen que apague las luces cuando acabe— Dijo Lucas que se sienta a mi lado.
Después de las noticias puse otro episodio de Expediente X antes de irnos a dormir. Me senté delante del ordenador para chekear twitter. Puse en el buscador. Covid-19 y aparecían algunos videos de como estaba actuando china para pararlo. Luego me puse con la investigación que estoy haciendo sobre la dictadura chilena. Me dormí a eso de la 01.13.
.
A las tres de la tarde llegó mi padre. —Hola!—Dijo mi padre casi entonando una melodía entre dientes. Lanzó unos besos desde lejos, entro la bici y la dejó fuera en la terraza y se fue a cambiar ropa. Mientras, acabé de comer y me lance al sofá a ver las noticias. Mi padre se sentó a comer con mi madre y mi hermano terminaba su ensalada.
— La empresa nos hará lo del ERTE— dijo Alberto sentado y con los brazos cruzados.
— Chu! y ¿que vamos hacer?— Pregunto Rosa.
— Ja son 2.189 morts el que fa de setmana— dijo la mujer de la tele.
— Me preocupa el alquiler. Mi sueldo quedara en 700 euros.. y tengo que pagar las otras deudas que tengo, el crédito del banco, la casa, la universidad de Daniel…
..
Una ambulancia aparcó en el parque que hay delante de mi bloque. La observé desde la ventana. Dos enfermeros, vestidos con un traje blanco, unos guantes azules y mascarilla y gafas, salían de la furgoneta que aun tenía las luces azules y naranjas que adornaban las calles. Entraron en mi bloque. Alberto y Rosa mientras hacían sus ejercicios para bajar la cena. Sentadillas y estiramientos básicos, nada complicado, ambos rondaban los 50 y sus cuerpos no eran nada atléticos.
—¿Que ocurre?
—¿A quien se llevan?— preguntó Rosa. Diez minutos después, no quite ojo de la ventana, salía un hombre en silla de ruedas acompañado de los dos enfermeros, lo subieron a la ambulancia, luego, ambos enfermeros, se quitaron la vestimenta, subieron a la cabina y salieron en contra dirección. No pude reconocer quién era, solo que llevaba un sombrero antiguo.
…
Desgranaban los primeros días de abril y Alberto empezó a viciarse al ajedrez para la tablet, dedicaba gran parte del día a jugar al ajedrez, después de comer se sentaba en el sofá, cogía la tablet, su café, se tapaba con la manta y empezaba a jugar, horas y horas, hasta que el sol se escondía y oía los aplausos de los vecinos, entonces él salía, aplaudía durante un minuto, en todas direcciones, entraba nuevamente, cerraba la ventana y volvía a sentarse a jugar.
Esa noche empece a escribir un ensayo sobre el confinamiento y el futuro, nada serio, solo lo justo para cumplir las 1500 palabras que nos pedían. Leo el texto entero. dos veces. No resulta del todo convincente. Me acerco a la ventana y comprendo que ya son mas des las doce. Me siento en la silla y dejo colgar una pierna por encima de uno de sus brazos. Vuelvo a teclear. Lo exporto. Y lo envié.
Claudio Alarcon Opazo
