El desequilibrio simbólico de la producción cultural postmoderna
Por Julia Alonso Núñez

El aura que nosotros queremos describir aparece como eje catalizador que da poder a la macro estructura.
; El aura -como acto social comunitario- implica una serie de proceso por los que ciertos elementos adquieren un valor intersticial ante su público. P.Bourdieu1 nos enseña que la legitimidad se sustenta en la opinión consensuada. Si el capital de un pueblo es la capacidad de acción simbólica que visibiliza a ese pueblo, el poder radica en el control sobre los discursos públicos (que con la tecnificación reciente adquieren carácter y difusión global.)
En estos parámetros, el estado es el resultado del monopolio del capital simbólico y el aura una fuerza emancipadora o subyugante (El aura genera rito, genera memoria, genera conducta) Debe ser entendida como un bien común de carácter plenamente terrenal (y puede que un bien público) que ha caído en manos de una élite diferenciada. P.Bourdieu establece una disposición del mundo consensuada y recíproca por al cual nosotros conformamos el estado y el estado nos conforma a nosotros “El mundo social está lleno de llamadas al orden que sólo funcionan como tales para aquellos que están predispuestos a percibirlas”2 .
De la misma manera que la monarquía autoritaria se torna democracia parlamentaria, el siervo se convierte en ciudadano o peor, en consumidor.
El hecho es que “umbral de la ciudadanía” no se conquista solo desde el respeto a las diferencias; también se deben facilitar los accesos a unos inputs de conocimiento, generar unos lazos comunicativos y teóricos que permitan formar individuos capaces de construir conocimiento:
“El acceso segmentado y desigual a las industrias culturales [amplifica] las distancias en el acceso a la información oportuna y el desarrollo de las facultades”3.
Ha este proceso se le suma la anulación formal de los espacios culturales que permiten hacer visibles a estos pequeños grupos, y con ello se anula la posibilidad de explicarse a sí mismos y a los demás. La producción cultural de un pueblo lo describe, habla de él. Con la sobre información, ese bombardeo constante, el sujeto medio se enfrentó ante una evidencia; los discursos no eran, no podían ser objetivos.
Nosotros hemos adquirido una lectura de la historia que es múltiple y sesgada. Vivimos en ello, somos conscientes de ello. Existe un poder que es simbólico y colectivo, un poder que aquí llamamos aura, que lleva a esas masas a aceptar un consenso. Vivimos en la entropía, pero miremos donde miremos, los consensos, los universales y los roles se perpetúan. Somos el summum del individualismo, pero realizamos actos muy similares.
La cultura es, ha sido, y será, emprada como fuerza auxiliar por esas grandes fuerzas; una herramienta discursiva que adquiere un control en la formación de la identidad, la memoria y todos los sentimientos asociados a ellos.
Si miramos una a una esas fuerzas hegemónicas que se fueron sucediendo a lo largo de “la historia”, veremos procesos que se repiten. Coinciden, por ejemplo, la forma con que nacieron y se desarrollaron la mayoría de fuerzas que conformaron la macro estructura:
Si bien en la actualidad se presenta como elementos diametralmente separados lo religioso, lo histórico y lo cultural la investigación realizada nos lleva a entender que estos campos no anduvieron siempre separados, que se superponen, que cambian:
“Cuando el pensamiento mitológico […] pasó a segundo plano en el pensamiento occidental del Renacimiento y el s. XVIII [….] comenzaron a parecer las primeras novelas [ existía una contigüidad] de las historias del modelo mitológico. [y esto va a la par] con la aparición de los grandes estilos musicales [ la música, en occidente] asumió la función de la mitología “ 4
La cultura es “en si” una forma de control discursivo. El “aura” constituye el eje del valor de la obra artística. Aparece cómo una faceta clave en estos procesos de control: la formación del gusto, la formación de la moral… dependen de la fuerza con que se inscribe un símbolo sobre otro dentro del plano social, individual, íntimo. Delimita y conduce nuestra forma de definir y percibir. Cuando la cultura se hace institución, el aura se analiza como un bien de poder, un bien de control. Se convierte en la cara y la representación simbólica que difunde un discurso.
Vemos en el monopolio del aura el control subversivo del derecho representativo.Bordieu lo llamará capital5 (monopolio de capital)y Spinoza lo asociará con la “potentia6”, una fuerza básica de poderes opuestos -esa multitud- que reclama ver satisfecha sus necesidades frente a la potestas (el poder centralizado) que no puede ser más que una subordinada. En este punto debemos explicar que las fuerzas hegemónicas de control discursivo no son inamovibles, ni eternas: si observamos el transcurso histórico, veremos en la historia un péndulo que ondula siempre entre dos polos, que es dinámico y cambiante. La edad media llegaría a su fin, por mucho que el campesino medio no pudiera conceptualizar una sociedad menos estamentada.
El término que usa Marx es el de intersticio (esa fuerza capaz de actuar, de incidir sobre la macro estructura y generar puntos en común desde diferentes enfoques y disciplinas; una fuerza catalizadora capaz de apoyar o desmantelar las fuerzas estructurales.) A nosotros nos sirve para definir comunidades –fuerzas- que siguieren alternativas dentro de un paradigma vigente. Miremos esos cambios de siglo y esas revoluciones; veamos el peso de la religión la política y, por qué no, la cultura:
Todas presentan espacios de reproducción reconocidos (sean abstractos o físicos, del museo a la iglesia o la borsa), todas presentan modos de reproducción que implican unos procesos de visibilización y raigambre (rituales y actos comunes, uso de jergas específicas…) así como una élite administradora que clasifica y califica al público (el banquero al juez el profesor o el científico). En todos estos casos las nuevas estructuras nacieron como fuerzas y significaciones abstractas: el propio sistema económico capitalista es una estructura estructurante que fue en su día una fuerza intersticial. La estructura nace, se origina, en lo instintivo biológico, crece en lo simbólico y se modela en lo social.
Los “intersticios” aparecen para dar respuesta a una serie de imperativos contextuales que la macro estructura no puede suplir desde su estancamiento. Se da entonces un cambio -esa “lucha de clases” aplicada a la estructura- donde el intersticio ocupa su nueva posición.
Este motor dinámico se mueve por algo que es abstracto, colectivo. El término nos lo trae Delgado de la mano de Durkehin; “fuerza colectiva” que nos determinan desde fuera a obrar “fuerzas humanas, fuerzas morales”7 que actúan en nombre de una “sed de infinitos […]una clase de anomia- siempre presente en toda estructura social. 8
La anomia, entendida como el desnivel entre las necesidades experimentadas por los componentes sociales y la incapacidad del sistema social para satisfacerlos es en sí un axioma que implica; dinamismo y crecimiento. “se corresponde con principios proxémicos: darse calor, gritar a coro..:”9 implica la capacidad del grupo de generar alternativas y debates ideológicos, de generar una “actividad”, un “movimiento”. Aura y anomia parecen tener más vínculos de los que uno ve a simple vista, dado que el aura nace de un sentimiento abstracto que se nutre del grupo.
Pero ¡Alto! ¿Por qué la cultura no ha ocupado una posición hegemónica?
El aura cambió de sitio cuando la anomia, ante las leyes del estado, empezó a crecer. Pero no lo hizo hacia la industria cultural a la que consideraba síntoma de estados fallido, no, viró hacia la economía y se volvió panóptica.
La macro-estructura cedió a una serie de corrientes más simbólicas que físicas, más abstractas que racionales, más espirituales que políticas. Mirémoslo así;
Aura es una palabra que no se escucha en las aulas de arte; debido a una separación de base entre lo que es la fe y lo que es el arte. Sin embargo, gran parte de la investigación llevada a cabo realizada revela en el foco espiritual –en esa fe tan repudiada- el origen de ese conjunto de ritualidades y significaciones que hoy llamamos cultura.
Esta separación se ha forzado en algún punto.
Aristóteles veía en el lenguaje el reflejo del pensamiento; lo estudia entendiendo que ” Las palabras habladas son símbolos, o signos o afecciones o impresiones del alma; las palabras escritas son los signos de las palabras habladas. Como no lo es la escritura, tampoco el habla es [igual para todos] las palabras son ante todo signos […] son representaciones o semejanzas, imágenes, copias [… ]”10
El debacle al que asistimos, este cambio de paradigma loco nuestro, puede reducirse al triunfo de un concepto –o grupo de conceptos- sobre otros. El valor fenomenológico (de las palabras)” es capaz de construir, alterar o constreñir nuestras concepciones; el discurso nos construye tanto como es construido por nosotros9 . El uso de la palabra “cultura” y las connotaciones que se le han dado, han llevado a alterar su significado, asociándole el papel intermediario de las instituciones, organizaciones o la división y pautación en disciplinas –esto es estado, industria cultural, estructura.-
Paralelamente a ese aumento en las medidas de control al puro estilo panóptico, se ha ido produciendo un incremento de los términos abstractos en los campos de la política y la economía; contribuyen a una deificación de poderes alienantes de los que no conocemos ni nombre ni rostro.
“Conceptos como “financiación”, “economías de escala” […] se pasean habitualmente en nuestros conversaciones como si hubiéramos hecho un máster exprés en economía política. […]¿Qué podemos aguardar de un lenguaje representacional colonizado?”11
Intuimos que la creación de jergas específicas para cada subdisciplina nace desde un proceso de estructuración que describe Focault11 y que culmina en esas biopolíticas neo liberales; las mismas políticas que han llevado al monopolio de lo público y el uso formal del espacio con funciones excluyentes, cuya función es controlar, asegurar el monopolio sobre los bienes de difusión producción y visibilización. ¿el objetivo? Elitizar y dificultar el acceso a conocimientos básicos y a los procesos de representación y significación , tanto individual cómo de los pequeños grupos.
Vemos en el aprendizaje una estructura que parte de lo instintivo y biológico, pero también del puro constructo social, sujeto a esos mismos “dos polos opuestos” , esa concepción binaria básica, que encarna nuestra forma de concebir y por la que todos somos unos y ceros.
Las jergas específicas aportan una especialización pero contribuyen a dificultar enormemente el acceso a inputs de conocimientos para la mayoría, ahondando esa trinchera entre élite y masa. Tendemos a la mentalidad de la colmena. Se genera una asociación buscada en occidente entre realización/mano como “cosa obrera” e idea/conceptualización como “producto de élite” con el consiguiente desarrollo cultural que nos lleva hasta nuestros días.12
Cuando W.Benjmin está hablando de los problemas del aura dentro del modelo de producción técnicado; ese ”aumento de la estadística”13 está describiendo de un problema con una raíz mucho más profunda; el auge de uno de los polos (el modelo racional apolíneo) sobre el modelo dionisíaco (la catarsis emocional, lo táctil, lo sonoro, lo ritual); es decir, existe un desajuste entre la representación aurática oficial y la de sus públicos; tanto estética como ideológicamente;
En este punto, usamos el término “Aura” para identificar y describir el efecto de ciertas composiciones 14que por tradición presentan un valor añadido que incurre en nuestra memoria colectiva. Imágenes que adquieren un “valor emocional” desde la memoria del grupo, ”algo” común a todos los individuos. Nuestras creaciones culturales son síntoma definitorio de un tiempo convulso; dicen algo de nosotros; y es que l nuestro es un aura imperial y desequilibrado.
Cuando los trabajos que hablan de lo espiritual lo hacen desde la “verdad física del objeto” –o del vacío- cuando la mentalidad no es ya “vivir experiencias” sino “almacenar, poseer vivencias” esto se traduce en un afán paranoico por almacenar congelar y rebuscar. El valor aurático de la representación pública adquiere carácter Estatal o Nacional; se transforma en capital en las lecturas economicistas . Paralelamente, en un espacio simbólico público donde los individuos no ven integrada su propia representación se generarán procesos de exclusión y confrontaciones de clase. En un contexto ultra individualizado como el nuestro, donde el Estado ha perdido credibilidad y el aval público, también mengua su capacidad de representación e integración; la demanda pública de lo Dionisíaco queda aplastada bajo la estética pulcra racional y apolínea que -partiendo de los ideales Griegos- se ha convertido en el vestigio imperialista de una élite.
Pero la crisis del aura no es tal crisis; se trata inequívocamente de un aura inmaterial y envenenada de raciocinio; desequilibrada (véase el rococó) pero no está por ello moribunda. Lo que producen las Industrias culturales se rechazará en el discurso público; se multiplicarán los casos de anómia, pero esto no acabará con el aura. Es el auge de lo inmaterial, lo digital, lo global… estamos encaminándonos hacia un nuevo modelo de aura y no a su destrucción;
Escapamos de la forma hacia el concepto; esos problemas en la reproductibilidad de la técnica acaban con el concepto de obra única; terminan de apagarse las últimas luces en torno a lo que creíamos saber del origen y los valores que definen el aura. Nuestra percepción del tiempo y el espacio han cambiado. La percepción de la memoria y la emoción se miden ahora según procesos químicos y el arte ha cruzado fronteras con la forma de ese conejo verde que nos trae Eduardo Kak.15
Lejos de ver el fin del aura vemos su transmutación y su metamorfosis, su emancipación. ( El aura pública parece un adolescente a punto de emanciparse de las limitaciones formales y físicas de sus padres y no es ya que los museos hayan perdido el aura cómo que esta escapó volando a campos más verdes.)
1.-BORDIEU, Pierre. Razones prácticas sobre la teoría de acción. Barcelona Ed. Anagrama, 1997. Trad, Thomas Kauf (233 págs.) ISBN: 84-339-0543- (p.119) “El reconocimiento de la legitimidad no es […] un acto libre de la conciencia clara.”
2.-DELGADO, Manuel . El animal público, Barcelona. Ed. Anagrama, 1999 (220 págs.)ISBN 978-84-339-0580-2
(p.118)
3.-CANCLINI, Néstor G. 2005.Todos tienen cultura: ¿quiénes pueden desarrollarla? Conferencia. Seminario sobre Cultura y Desarrollo, , Washington ,2005Artículo en línea, 2005. Ed. Banco Intramenicano de Desarrollo. [Con acceso desde http://sic.conaculta.gob.mx/centrodoc_documentos/80.pdf 2005] (p.12)
4.- LÉVI-Strauss ,Claude. Mito y Significado. Conferencias. Ed.Alianza,1977. (112 págs.) ISBN: 9788420628974 [Con acceso desde https://asc2.files.wordpress.com/2007/10/mito-y-significado.pdf ](p.75)
5.-Bordieu, Pierre .Íbid (capital)
6,7, 8.-DELGADO, Manuel, Íbid (p.89-91)
9.- BERNAL, Jaime Bernal,Algunas ideas de Aristóteles sobre el lenguaje. Tomo XXXVIII.Núm.3 Ed Tesaurus, 1983. [Con acceso desde http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/38/TH_38_003_013_0.pdf] (p. 115)
10.-BORDIEU, Pierre. Íbid (Habitus) Para describir el concepto, P.Bordieu habla de esas estructuras. Estructuradas y estructurantes; factores como la educación, la posición social o el acceso a inputs de conocimiento generan lecturas diferentes en torno a mismos estímulos.
11.-RUIDO,María. Los trabajos y los días [Con acceso a 06/04/21 desde www.workandwords.net/es/projects/view/488] (p.2)
12.-FOCAULT,M. Vigilar y Castigar, Barcelona, Ed. Paidós, 1999 (384 págs.) ISBN: 9788415555018
13.-Jung, Carl G. El hombre y sus símbolos. Ed. Paidós, 1995 Trad Luis Escolar Bareño (320págs) ISBN 84-493-0161-0 Imagos. Carl Jung define el inconsciente colectivo como una base de nuestra experiencia como especie, un conocimiento con el que nacemos y es compartido entre los miembros de la especie; una parte de la psique de la que nunca somos totalmente conscientes y en la que nos basamos para generar después composiciones y concepciones propias (esconde algo de instinto y algo de creatividad) . Un espacio abstracto donde buscar imágenes, conceptos, temáticas…Aquí los arquetipos; son modelos o ejemplos de ideas de los que derivan otros tantos modelos ; las estructuras de las que nos servimos para modelar y hacer sociables los pensamientos y actitudes propias
14.-BENJAMIN,Walter, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. México. E.d Itaca, 2003. Trad. E,WEIKERT, Andrés. (págs.127)ISBN: 968-7943-48-3. [con acceso desde http://monoskop.org/images/9/99/Benjamin_Walter_La_obra_de_arte_en_la_epoca_de_su_reproductibilidad_tecnica.pdf] (p.45) “Se denota así en el ámbito plástico lo que en el ámbito de la teoría advertimos como un aumento de la importancia de la estadística” Se retoman entonces todas estas posibilidades laterales, y se hace desde la técnica y la acumulación de datos: Hoy se nutren del campo del mass media y la tecnología en boga; ese auge de la estadística que describirá Benjamín es tendencia.
15.- KAK,Edwardo [con acceso desde http://stelarc.org/?catID=20239 a 22/05/15]
16.-Esquema del carácter dinámico entre las fuerzas intersticiales y las estructuras hegemónicas con el “aura” como motor de cambio.
17.-Esquema. Obrero-> Fabricación Elite-> Conceptualización

